Los pasados días 9, 10 y 11 de junio se llevó a cabo la Octava Convención Nacional de Alcohólicos Anónimos, Sección México. Bajo el lema Unidad, legado vital para el crecimiento AA, el evento sirvió como base para mandar una vez más el mensaje que les ha dado identidad: “rescatar vidas del control del alcohol”.
Más allá de los índices alarmantes que nos muestran el potencial peligro que las adicciones cobran a su paso en nuestra sociedad, subyace en el ánimo de los presentes el mensaje de esperanza que permite a la persona en recuperación afianzarse a un programa para vencer su problema y ser portador del mensaje AA en beneficio de otros que viven situaciones parecidas.
Tuvimos la oportunidad de platicar con amigos que hoy comparten sus testimonios de recuperación a través de este medio para que los lectores interesados en acudir a un centro de ayuda tengan plena confianza de optar por un cambio integral, pues es posible.
Por respeto a nuestros entrevistados y para reproducir sus declaraciones, se optó por el anonimato.
(Grupo Sendero de Vida, Distrito 8) Para Laureano el beber era una simple diversión: “Yo comencé a beber durante las rondas de amigos que nos juntábamos para jugar billar. Al comienzo era una cervecita para ponerle sabor a las partidas en las que apostábamos poquito para ponerle emoción y pasarla bien. Ya luego de una pasas a otra… y así hasta que le pierdes la cuenta. Sólo notas que vas gastando más dinero. Mi señora me decía que yo cambiaba mucho cuando llegaba servidito a casa; por ejemplo: que le hablaba golpeado o que la dejaba con la palabra en la boca si me reprendía por llegar tarde. Eso sí, jamás le di un golpe, pero no era agradable para ella que yo me acostara a su lado oliendo a alcohol. Antes me aguantó, pero cuando ya decidí reunirme con gente de Alcohólicos Anónimos, fue cuando la hice llorar porque le dije de groserías y obscenidades; así que se fue de la casa. Fueron días muy tristes para mí y tuve que pedir ayuda. Con la voluntad de Dios y con las pláticas en el centro, me di cuenta que estaba en problemas por la bebida. No me alejé de mis amigos, ni de jugar el billar, pues éste me apasiona. Aunque tuve que batallar por no querer reincidir y lograr que ellos lo entendieran y que mi señora me perdonara y regresara a mi lado. Su apoyo fue importante porque me hizo sentir la necesidad de no salirme del programa, de ser perseverante. Aprendí que uno tiene el control y decide la intensidad del trago. Yo estoy agradecido con AA y hoy acudo a los eventos y sesiones para saber cómo compartir el mensaje y ser de ayuda para otros compañeros que se ven tentados a reincidir o con las personas que puedo ayudar.”
(Grupo Eclipse, Distrito 2) Luis reconoce que desde la adolescencia comenzó su adicción. “Yo empecé a los 17 años a tomar cerveza, obviamente a escondidas de mis padres, con los amigos de la escuela. Es muy fácil llegar a ese extremo porque si te das cuenta, la cerveza se nos vende como si fuera un refresco. No parece que estés haciendo nada malo, pero ahí está el problema, que como se ve normal le sigues y le sigues. Con mis amigos, primero nos reuníamos para jugar futbol con retas de los demás grupos de la preparatoria. Ya luego era beber en casa de alguien y pasarla bien; ya era fiesta. Llegó un momento en que beber era lo importante sin importar el resultado del juego. Con mis padres no platicaba ya mucho y no sentía que yo les interesara; grave error, porque no era así. En la escuela me empezó a ir mal, no llegaba a clases, no entregaba las tareas o me queda dormido en el la butaca. Por eso, para poder despertarme usé cocaína, aunque la dejé pronto porque no me sentaba bien. Nada más me ponía alegre, me sentía con energía pero en mi caso me producía vómitos. Aunque digas que no te pasa nada, todos te lo notan y no te sientes bien contigo. Reprobé un año porque no entendía las materias y aunque nunca he sido agresivo, pues me volví indisciplinado y le contestaba por todo de mala gana a mis padres. Ahí se dieron cuenta de mi enfermedad y pues me reprendieron, pero me acercaron a un grupo AA al que uno de mis tíos asistía. Y pues con ellos comencé mi recuperación. Yo creo que el error que no te permite tener el control de tu vida, es que al adicto se le recrimina su enfermedad; porque esto te hace sentir despreciado, poca cosa. Mis padres en un principio, como es lógico, me regañaron, pero luego me trataron con cariño y comprensión. Eso me sirvió más, pues me demostraron que para ellos era importante. Conforme avancé en el grupo me sentí integrado en una comunidad en la que a la fecha, próximo a terminar mi carrera como ingeniero, todos nos cuidamos y nos apoyamos para no reincidir y poder vencer la adicción. Yo invito a las personas que tengan este problema que no se cierren en sí mismos, porque no están solos: AA les puede ayudar a vencer al alcohol y a recuperar su vida. Y sobre todo, a los padres, a que no cierren la comunicación con sus hijos.”
(Grupo Azteca, Distrito 6) Luis aún recuerda el martirio que le significó perder su empleo de chofer a causa de las adicciones: “Mira, yo operaba un trailer en el que llevaba mercancía por varias partes del país. Te soy honesto, para aguantar algunas desveladas sí me aventaba mis ‘pase’. El alcohol sólo era en otras ocasiones, pero empecé a beber y a fumar como a los 12 años. Y es que yo mismo me quise martirizar porque no conocí a mi papá, y yo de terco creía que no me querían, pero claro, eso lo entiendes después, porque sí tuve el cariño de mi madre y de mis abuelos. No pude acabar la escuela secundaria, no tuve cabeza ni tiempo, pues trabajé como cargador, velador, recadero, de todo, ¿verdad?, para llevar algo a la casa. Tuve carencias que me hicieron sentir triste y solo, y pues empecé a beber porque me juntaba con algunos teporochitos en la calle, quienes me daban mis propinas por irles a traer cigarros y cervezas. Y con ellos empecé. Al principio es algo normal, luego ya lo ves como parte de tu vida. De más grande como chofer tuve que usar droga para no dormirme en el volante, pues debías manejar unas 20 horas, en ocasiones, más; y hay que aguantar, andar alerta por los asaltos en la carretera. Sí duré como siete años así, hasta que un día me intoxiqué demasiado; lo bueno es que fue en casa. Perdí mi empleo, pues temieron que causara un accidente y no me dediqué a nada. Me sentía frustrado, lastimado injustamente y creía que a nadie le importaba. Mi familia me llevó a un señor que estaba en el grupo AA para que platicara conmigo, y aunque al principio lo ignoré, me llamó la atención cómo me habló, pues lo hizo como si yo le importara de verdad, y era así. Me dijo que había una opción. Cómo me han ayudado aquí. Me siento como nuevo, aprendí a perdonar y a ofrecer disculpas a quienes lastimé, y no sólo eso, sino que aprendí a llevar el mensaje a más compañeros que estuvimos arrinconados por las adicciones. Tengo muchas ganas de servir y le doy gracias a Dios que me ha permitido disfrutar la experiencia de la transformación. Yo quiero aprovechar esta oportunidad para que la gente que atraviesa una situación adversa, sepa que hay una respuesta. Que se puede salir de esto si se cuenta con auxilio de un grupo AA. No podemos hacerlo solos, no ganamos nada con aislarnos. Por eso estoy aquí, para dar mi testimonio.”
Alcohólicos Anónimos se brinda a la sociedad como un medio para posibilitar la rehabilitación de las personas en situación de adicción. A través de sus grupos y medios de difusión alcanza metas en cada persona que se ha beneficiado de su programa al que denomina Método de Recuperación. Sus cinco pasos principales son:
1)Admisión: en él, la persona debe analizar su incapacidad para controlar su necesidad de beber; al reconocer su problemática puede optar por una solución.
2)Análisis de la Personalidad y Catarsis: en este paso se aprende a descubrir los motivos que llevan a una persona al alcohol, además de decir sus molestias y cualquier otro aspecto que le lastime para comenzar a sentir paz y tranquilidad.
3)Restablecimiento de las Relaciones Interpersonales: esta fase brinda la oportunidad de reconocer a aquellos seres que se han lastimado por la adicción para poder establecer mecanismos de reconciliación con ellos. Sólo así se reconstruye un entorno favorable en la comunidad para una rehabilitación.
4)Dependencia de un Poder Superior o Factor X: ante la lógica de que un adicto depende de las personas en el aspecto económico o emocional, se exhorta a la persona a ser dependiente de un ser superior para que haga posible en él un cambio en la estructura de sus sentimientos y pensamientos.
5)Trabajo directo o indirecto con otros: el servicio de la persona en recuperación hacia la comunidad es muy importante, pues esto le permite dejar su egocentrismo y ser útil en apoyo del movimiento de rehabilitación para los demás.
Si usted atraviesa un problema con su forma de beber, recuerde que el grupo de Alcohólicos Anónimos le espera para ayudarle en el camino de su recuperación.